MEJORAR LA CANTIDAD Y CALIDAD DE LA EDUCACIÓN ES VITAL PARA EL DESARROLLO ECONÓMICO, PARA REDUCIR LAS MUTILANTES DESIGUALDADES DE AMÉRICA LATINA, Y REDUCIR LA POBREZA
Por cada dólar invertido en la infancia temprana hay un retorno de hasta USD$17. Los niños con menores niveles de desarrollo antes de entrar a la escuela tienen menor rendimiento escolar, generan menores ingresos y reportan los mayores índices de delincuencia. La participación en programas de desarrollo infantil temprano también conduce al ahorro de costos en otras dimensiones, ya que reduce ineficiencias en los sistemas escolares porque se reducen los índices de repetición y deserción; también se reducen los costos de atención a la salud mediante las medidas preventivas que se presentan mediante instrucción y educación sobre el buen cuidado. Los niños que reciben buen cuidado son más saludables y, por lo tanto, hay una disminución en las pérdidas laborales ya que sus padres necesitan tomar menos tiempo fuera del trabajo para atenderlos.
Los programas de educación temprana con frecuencia son también lo son de cuidado infantil. Esto permite una mayor participación de parte de las mujeres en la fuerza de trabajo y liberar a los hermanos mayores (por lo general niñas) para que aprendan y generen ingresos a un mayor nivel. En contraste, las mujeres que no tienen acceso al cuidado infantil casi nunca pueden contemplar posibilidades de empleo más productivas fuera del hogar a causa de sus responsabilidades de cuidado de los hijos.
¿POR QUÉ ES IMPORTANTE LA EDUCACIÓN TEMPRANA?
Las investigaciones actualmente demuestran que el primer ambiente en que un niño vive tiene un impacto fundamental en la forma en que su cerebro se desarrolla. Un bebé nace con miles de millones de neuronas que representan su potencial para toda la vida. Sin embargo, para desarrollar sus neuronas, éstas necesitan conectarse entre sí. Cuanta mayor estimulación haya en el ambiente, mayor será la cantidad de conexiones positivas que se formarán en el cerebro y mejores sus oportunidades de prosperar en todos los aspectos de su vida. Los niños que sufren de hambre y falta de alimentación con frecuencia tienen problemas de ausencia escolar y no aprenden bien.
Al brindarles a los niños acceso a educación primaria de calidad los ponemos en una posición que les permitirá continuar en la escuela secundaria y superior, lo cual es vital para el desarrollo económico. Asistir al pre-escolar mejora el avance de los niños hacia el éxito, ya que sus aptitudes cognitivas y capacidades de aprendizaje están más desarrolladas y, por lo tanto tienen menos probabilidad de rezagarse y repetir años escolares. La educación pre-escolar debe ser obligatoria y accesible en todos los países de América Latina y el Caribe, pero hasta la fecha es obligatoria sólo en 10 países de la región, e incluso en estos casos el acceso al servicio está muy limitado, por lo general a los ricos.
Además de reducir la pobreza y fomentar el crecimiento económico, la educación también crea oportunidades para una vida mejor, reduciendo así las desigualdades de la sociedad. La inequidad en el desarrollo y aprendizaje tempranos que acompañan a la pobreza mantienen o magnifican las desigualdades económicas y sociales. Los programas de Desarrollo Infantil Temprano, al brindar un arranque justo a los niños, pueden mitigar esas inequidades económicas y sociales. Las familias que luchan en contra de la pobreza casi nunca tienen oportunidad de educar a sus hijos. Quizá vivan en comunidades que carecen de escuelas debidamente equipadas con maestros capacitados. Tal vez sean tan pobres que sus hijos necesitan trabajar para que su familia salga a flote. Un niño pobre que recibe Desarrollo Infantil Temprano de alta calidad, que incluye educación pre-escolar, tiene menos probabilidades de rezagarse en la escuela y repetir año, tiene 40 por ciento menos probabilidad de requerir educación especial, y 30 por ciento más probabilidades de terminar la escuela secundaria, y tiene el doble de posibilidades de llegar a la universidad.
PARTICIPACIÓN DE LA FAMILIA
La familia desempeña un papel fundamental en el desarrollo de un niño e influye en su capacidad de aprender. Por lo tanto, integrar a los padres en los programas de DIT es fundamental. El bienestar de un niño depende del bienestar de sus padres. Los padres necesitan ser parte en la educación temprana de sus hijos brindando estimulación al aprendizaje mediante juegos, interacción y ambientes saludables, todo lo cual puede marcar diferencias en el desarrollo de sus hijos. Para cuando entran a la escuela, el nivel promedio de conocimiento de los niños de hogares con mayores ingresos es hasta 60 por ciento más elevado que el de niños de hogares con menores ingresos.
Si los niños no reciben cuidado integral desde su infancia temprana, en especial si tienen un retraso cognitivo, el remedio será mucho más costoso. Las deficiencias en capacidad de los niños en edad temprana no sólo permanecen, sino que se exacerban con el tiempo. Los adolescentes que no han recibido estimulación adecuada durante su primera infancia revelan mayores índices de deserción escolar y episodios de suspensión o expulsión de la escuela.
Más de 2.7 millones de niños en América Latina y el Caribe nunca han asistido a la escuela y, en promedio, 27 por ciento de los niños desertan de la escuela antes de concluir la escuela primaria. Es increíble que 4 de cada 5 niños en América Latina no concluyan la escuela secundaria. De los que sí lo hacen, cuando menos 40 por ciento de ellos siguen siendo considerados analfabetas.
Informa Fundación ALAS
Fuente: http://www.vidapositiva.com/
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